Cuando el mundo escuchó a principios d 2007 que la tenista belga Kim Clijsters se retiraría temporalmente para atender su vida personal, jamás se pensó que su regreso a las canchas, casi dos años después, sería más exitosa que su primera etapa dentro del profesionalismo.
La coronación de la nativa de Bilzen, Bélgica en el Abierto de los Estados Unidos significó su tercer campeonato de Grand Slam, todos ellos obtenidos en las canchas de Flushing, también fue el segundo de forma consecutiva, es decir, ambos obtenidos desde su retorno triunfal.
Lo que más sorprende de Clijsters no es la mejora sustancial en su tenis, sino el aumento que ha tenido en cuanto a sus cualidades físicas.
Ante un tenis femenil partido en dos notorios estilos, Clijster se ha convertido en un punto medio entre ambos, pues tiene el toque privilegiado de las jugadoras más débiles físicamente, y la velocidad y potencia de golpeo del otro grupo.
Kim es una de las pocas jugadoras del orbe que es temida y no teme a ninguna otra de sus rivales, pues para todas tiene la receta exacta.
Su 1.74 de estatura y sus potentes tiros de derecha y de revés a dos manos, la hacen una de las mejores desde el fondo de la cancha, mientras que físicamente sus bellas y potentes piernas, le permiten desplazarse por toda la cancha y ser extremadamente dominante en terreno duro y rápido.
Desde su regreso, Clijsters apenas ha perdido nueve partidos a cambio de 41 victorias, una combinación que la pone como firme candidata a dominar el final de ésta y la próxima temporada, puesto que el arranque del año tenístico es siempre en canchas duras.
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