Periodista deportivo de profesión, jefe de prensa de varios eventos por necesidad... 31 años, curioso, con fuerte tendencia a la investigación social y al buen rock & roll... Acá se pudieran encontrar un poco de todo y sin censura...
Desde su irrupción en el circuito femenil de tenis, en 2006, la danesa Caroline Wozniacki dejó claro que no sería una más de las “súper modelos” que circulan por las canchas profesionales, pues desde la cuna, lleva consigo la disciplina que la han llevado a escalar de manera meteórica el escalafón universal.
La belleza rubia de esta danesa se contrapone con los estereotipos clásicos, pues no sólo es una gran atleta, sino que también muestra su cultura al dominar a la perfección tres idiomas y hablar de manera básica otros tres.
Si bien tiene su lado superficial al ser una confesa fanática de la moda, la jovencita de 20 años, es desde ya la nueva heredera de los flashes y los reflectores acada lado que va, aunque por educación, jamás pierde contacto con el piso.
Caroline quien es entrenada por su padre, un ex futbolista polaco casado con una ex voleibolista del mismo país, que la ha llevado por la vía de una disciplina que conlleva la práctica de boxeo para así relajarla un poco del stress que se vive dentro de las canchas.
Hoy por hoy, la bella Caroline ha puesto en el olvido a la antigua reina del tenis, María Sharapova, quien ha sido constante víctima de las lesiones y también a la serbia Ana Ivanovic, que en los últimos dos años ha sufrido un sinfín de altibajos.
Hoy es el turno de que Wozniacki se corone como la reina del tenis, sin embargo, aún le falta ganar algún torneo importante, pues por ahora, la posibilidad de terminar el año en la cima del escalafón, es más latente que nunca.
Tras su caída en la ronda semifinal del Abierto de los Estados Unidos, último grand slam de la temporada tenística, la condición de Roger Federer como el mejor tenista del orbe comienza a tambalearse.
Si bien desde hace meses perdió a manos del español Rafael Nadal el trono de la clasificación mundial, sus condiciones dentro de las canchas lo hace sin dudas el mejor dotado, tenísticamente hablando, de todo el tour del deporte blanco profesional.
A pesar de todas sus marcas dentro de las canchas, el helvético de apenas 29 años de edad, podría encontrarse ante el descenso natural dentro de sus facultades físicas que enfrenta cualquier deportista de alto rendimiento, sin embargo, la “Perfección Suiza” no se irá sin dar pelea.
Acostumbrado a ganar en cada superficie, cada vez es más notorio que requiere más de un buen golpeo de pelota que de la fuerza de sus piernas, mientras que sus rivales de cada semana todavía no llegan al tope de sus condiciones.
Quizá la excepción de esta regla sea Rafael Nadal, actual número uno del mundo y que escaló prematuramente a la élite del tenis mundial y a su corta edad (24 años) ya ha llegado al tope de sus facultades tenísticas y a rebasado por mucho el límite de sus aptitudes físicas, por lo que su descenso del trono mundial será más rápido que el del suizo.
Ahora, con apenas unos torneos por finalizar la temporada, Federer requiere de tomarse un descanso y prepararse a tope para el 2011, alargando lo más posible su etapa al máximo nivel, sobre todo si se toma en cuenta que es muy probable que el calendario se recorte considerablemente para 2012, lo cual podría alargar su vida deportiva.
Lo que es un hecho es que el suizo ya se encuentra en el Olimpo del deporte blanco y está por mucho por encima de otros grandes nombres, pues sus facultades son las más sorprendentes que se hayan visto en algún momento de la historia.
Cuando el mundo escuchó a principios d 2007 que la tenista belga Kim Clijsters se retiraría temporalmente para atender su vida personal, jamás se pensó que su regreso a las canchas, casi dos años después, sería más exitosa que su primera etapa dentro del profesionalismo.
La coronación de la nativa de Bilzen, Bélgica en el Abierto de los Estados Unidos significó su tercer campeonato de Grand Slam, todos ellos obtenidos en las canchas de Flushing, también fue el segundo de forma consecutiva, es decir, ambos obtenidos desde su retorno triunfal.
Lo que más sorprende de Clijsters no es la mejora sustancial en su tenis, sino el aumento que ha tenido en cuanto a sus cualidades físicas.
Ante un tenis femenil partido en dos notorios estilos, Clijster se ha convertido en un punto medio entre ambos, pues tiene el toque privilegiado de las jugadoras más débiles físicamente, y la velocidad y potencia de golpeo del otro grupo.
Kim es una de las pocas jugadoras del orbe que es temida y no teme a ninguna otra de sus rivales, pues para todas tiene la receta exacta.
Su 1.74 de estatura y sus potentes tiros de derecha y de revés a dos manos, la hacen una de las mejores desde el fondo de la cancha, mientras que físicamente sus bellas y potentes piernas, le permiten desplazarse por toda la cancha y ser extremadamente dominante en terreno duro y rápido.
Desde su regreso, Clijsters apenas ha perdido nueve partidos a cambio de 41 victorias, una combinación que la pone como firme candidata a dominar el final de ésta y la próxima temporada, puesto que el arranque del año tenístico es siempre en canchas duras.
A veces pienso que los siete meses que tengo alejado del trajín cotidiano ha sido demasiado, a veces me desespero por no tener un micrófono o una pluma a la mano para expresarme, sin embargo me tranquiliza cuando recuerdo que el camino que he tomado ha sido mi decisión.
Lo que es un hecho es que el saber cómo se mueven los hilos de los medios, al menos los deportivos, me da la posibilidad de darle distintas lecturas a las cosas de lo que el grueso de la gente suele hacerlo, me permite ser más crítico que cuando estaba adentro y también la de entender con más certeza el por qué de las cosas.
Aún así, me parece frustrante ver lo mal que trabajan algunos medios, las cosas tan malas que hacen, las patrañas que se animan a salir a venderle al mundo y lo peor del caso, es que lo hacen con la conciencia torcida de que está bien hecho así.
Ejemplos existen muchos, pero los cercanos son los más útiles para poner el dedo en la yaga.
Hoy veo con tristeza como varios colegas hacen trabajos que resultan lastimeros para el talento que se supone tienen, pero, ¿Hasta dónde es culpa de ellos y hasta dónde de sus jefes?
Quizá no exista una línea divisora, sólo la combinación de varios factores que son a todas luces desagradables.
Ejemplos como el del director de un medio deportivo que de lo último que sabe es precisamente de deportes sobran.
Alguna vez escuche al director de un diario deportivo nacional exclamar que no entendía por qué se hacía tanto alboroto y se le dedicaba tanto espacio en los diarios al Súper Tazón, si, según él, en México a nadie le gustaba el futbol americano.
Una afirmación que debió ser una broma, pero increíblemente no lo fue, pues en el colmo de la ignorancia, manifestaba que al mexicano sólo le importa el futbol y el boxeo, cosa de locos si se toma en cuenta que en las áreas urbanas de nuestro país, cada familia al menos tiene un miembro (aunque sea en segundo o tercer grado) que practicó a buen nivel este deporte.
En lo personal, jamás lo hice, pero dos de mis primos lo hicieron y al menos, he conocido 100 personas que jugaron a niveles tan altos como “intermedia”.
Ante situaciones por el estilo, es comprensible que el mundo del periodismo deportivo se debata entre la basura del ¿Qué dijo fulanito? el de los eternos borregazos o el chayotazo cada vez más descarado.
Recuerdo aún mis clases de periodismo en la gloriosa Carlos Septién, en las que se hacía hincapié en la preocupación de que la llamada “declaracionitis” tomara de manera definitiva como su gran reino a cada medio. Al cabo de una década, lo hizo.
La falta de conocimiento y peor aún, de pasión por la profesión de quienes dirigen se refleja en la mediocridad de sus reporteros. Jóvenes que deberían salir a comerse el mundo a puños y que sin embargo laboran bajo la vergonzosa “ley del menor esfuerzo”.
Cientos de reporteros que lo único que hacen -si llegan a sus órdenes- es meter la grabadora al “chacaleo” y esperar a que termine para apretar el “stop” y emprender el camino a la elaboración de una nota sin contexto, sin historia, sólo basada en lo que dijo un personaje que en muchos casos, ni siquiera pensó sus palabras, las cuales, en alto porcentaje sólo mencionó para salir del paso.
Otros llegan sólo a buscar a algún amigo para pedirle un audio o para preguntar lo que dijeron. A tal grado llega a veces el cinismo, que le preguntan a sus compañeros de profesión por el enfoque que le darán a la nota: “¿Por dónde le vas a entrar?”.
Otros, aprovechan la tecnología y ya ni siquiera cumplen con sus órdenes. Esperan en sus casas de manera holgazana que otros hagan el trabajo y terminan por bajar la nota de algún sitio, le dan una “revolcadita” y se la mandan a su jefe, que como buen obrero cuasi burócrata de la información, ni siquiera la revisa y la manda directo a las imprentas.
Ese proceso, el del reportero “atril” como le llaman algunos (por aquello de nomás servir para detener el micrófono o la grabadora) más bien recuerda al de un parásito o una rémora que se alimenta de lo que otros hicieron.
Hoy es increíble ver el trabajo que le cuesta a estos pseudoreporteros brindar detalles, lo que los antiguos y los no tanto llaman el “color”, pues en el colmo de la desfachatez, han olvidado aquella premisa de que antes que nada, el reportero debe ser un observador detallista de lo que pasa a su alrededor.
Es increíble leer (por ejemplo) supuestas crónicas de autos en las que apenas se menciona al ganador de las carreras y el lugar en el que corrió, pues de inmediato se lee su opinión sobre la competencia. El 'cómo ganó', que es lo verdaderamente importante en este género, se olvida, aunque a ciencia cierta, no podría decir si quienes escriben se den cuenta de lo que ocurre frente a sus narices.
Quizá podrían estirar al máximo su limitado talento y conocimiento del género y ofrecer un mejor trabajo, sin embargo no tienen la necesidad de hacerlo, pues su jefe está más preocupado por mil cosas que por cuidar la calidad de su producto.
Incluso los reporteros se preocupan más por otras cosas que por su trabajo, pues antes está el saber en que hotel de lujo los dejará hospedados la organización o en que bar tomarán la copa por la noche, que en enterarse de las condiciones del evento al que fueron enviados.
Lejos quedaron los tiempos en los que los reporteros eran inseparables de los mecánicos, les preguntaban mil y una vez por el auto, por sus condiciones, por su preparación, se enteraban de lo que desayunaban los pilotos, de sus rutinas en el gimnasio y de cuántas noches habían pasado en el taller.
Incluso sabían cuántas veces iban al baño antes de la carrera (Adrián Fernández orinaba al menos siete veces entre el warm up y la carrera y se subía al auto a punto de evacuar de nuevo), para saber qué tan hidratados estarían los pilotos, sabían que piloto sufriría de calambres al saber incluso cuál de ellos incluía plátano en su dieta y cuál arroz hervido.
Hoy en día, la nueva generación, la cual desprecia a sus antecesores, sólo piensa en pasar un fin de semana lejos de casa con los gastos pagados. A veces ni siquiera salen de la sala de prensa y miran la carrera por TV, pero eso sí, en cuanto termina el evento, son disparados por su “instinto” a entrevistar al ganador, aunque ni idea tengan de lo que hizo para lograr levantar el trofeo.
Eso pasa en los autos, pero qué tal en otros deportes que antaño tenían una gran importancia para los diarios como lo es el beisbol. Hoy los reporteros mismos lo consideran aburrido, pues no saben -ni les interesa saber- nada del deporte y toman la asignación como un castigo.
Es por ello que el futbol reina en las redacciones, pues no necesita un ápice de ingenio ni de conocimiento previo para entender lo que ocurre, cualquiera puede saber de futbol, no así de táctica, pero obvio, ese ramo también ha sido descartado por los brillantes directivos, quienes tampoco entienden nada de planteamientos.
La solución está al alcance, no es una utopía. Cada especialidad, no sólo los deportes, se debe dejar en manos de quien sabe de la materia, de quien se sienta atraído, de quien sea un apasionado de ella, sólo así, las cosas comenzarán a mejorar en nuestro medio.
En la carrera de los deportistas profesionales existe un imponderable con el cual deben convivircasi todo el tiempo y las cuales tratan de evitar a toda costa: las lesiones.
Lo más normal en la carrera de los atletas es que éstas se den dentro de sus campos de acción o bien, mientras entrenan, sin embargo, existen lastimaduras que se dan de las maneras más inverosímiles que uno pueda imaginar.
Recientemente la tenista estadounidense Serena Williams tuvo que ausentarse del Abierto de los Estados Unidos debido a una cortada en el pie, la cual se causó con un vaso de cristal que se le rompió mientras cenaba en casa.
Hace poco más de un mes el lanzador de los Padres de San Diego, Mat Latos, tuvo que ser colocado en la lista de lesionados cuando se lastimó las costillas al aguantarse un estornudo. En ese mismo tenor, hace unos años, el hoy ex pelotero Sammy Sosa, se lastimó la espalda por estornudar demasiado fuerte.
También es sabida la lesión del legendario beisbolista Wade Boggs, que se torció la espalda al calzarse unas botas vaqueras, o bien los casos de jugadores que han sufrido lesionescomo contracturas musculares o costillas rotas al vomitar la comida de los aviones.
Aunque entre los peloteros, a últimas fechas, el caso más absurdo de lesiones se lo llevó el lanzador de origen mexicano de los Tigres de Detroit, Joel Zumaya, quien sufrió un esguince mientras se divertía con el videojuego Guitar Hero.
Existen casos como el del futbolista mexicano Rafael Márquez, quien alguna vez se desgarró al estirarse demasiado luego de una noche de sueño, o bien el del ex portero del Manchester United, Alex Stepney, quien en una ocasión le gritó tan fuerte a sus compañeros, que se dislocó la mandíbula.
Accidentes caseros o bien otros durante los festejos de una anotación, suelen ocurrir, aunque no hay receta alguna para cuidarse de ellas. Por ejemplo, el piloto de NASCAR Jimmy Johnson se sube a su bólido perfectamente protegido, pero jamás contó con que se caería de un carrito de golf y se fracturaría el brazo.
O bien, casos de jugadores de futbol americano, como el ex mariscal de campo Gus Frerotte, quien alguna vez estrelló su cabeza (con todo y casco) contra un muro para celebrar una anotación y ganó una conmoción cerebral. Aunque la fractura de tobillo al saltar para celebrar un gol de campo del ex pateador Martín Gramática, se lleva las palmas.
Casos como el primero, el de Serena Williams, ya habían ocurrido, pues previo al Mundial de Futbol de 2002, el entonces portero de la Selección española, Santiago Cañizares vivió una situación similar al caérsele un frasco de loción y provocarle una cortada que lo dejaría fuera de la competencia.
A final de cuentas, la mayoría de estas lastimaduras parecen chuscas, aunque han existido casos de otras que terminan en tragedia, por lo que no cabe duda que los momentos desagradables que cambien la carrera de un deportista se pueden dar en cualquier momento y lugar.
A unos días de que arranque la temporada 2010 del futbol americano profesional de la NFL, un viejo nombre vuelve a retumbar en los megáfonos, uno que es tan conocido que es ya un ícono dentro de este deporte y que por si fuera poco es uno de los pocos que puede decir que es una leyenda viviente: Brett Favre.
La pretemporada de la NFL comenzó con la ya repetitiva telenovela sobre el retiro (o no) del mariscal de campo de los Vikingos de Minnesota, quien de último momento decidió que jugaría una temporada más, la vigésima de su carrera y segunda con las huestes de las Ciudades Gemelas.
Favre es sin duda una marca registrada dentro de la liga profesional mejor organizada del mundo y es el único jugador capaz de poner de cabeza a cada aficionado, de cualquier equipo con sus decisiones.
Esto sin embargo, no es gratuito, El Capitán Brett se ha ganado ese prestigio dentro del terreno de juego al ser la bujía de los equipos por los que ha deambulado, salvo por los Halcones de Atlanta con quienes debutó sin que pasara nada en absoluto con él.
Su llegada en 1992 a los Empacadores de Green Bay para su segunda temporada como profesional, inició la transformación de una franquicia legendaria, pero con poca suerte en más de 30 años, en una de las más temibles y triunfadoras en los últimos años.
Ahí se mantuvo hasta 2008 cuando emigró a los Jets de Nueva York, donde estuvo un año para emigrar al que fuera su acérrimo rival en sus épocas en la Bahía Verde, los Vikingos de Minnesota, equipo en el que de inmediato se echó al hombro para transformarse en pieza fundamental de su engranaje.
Hoy, marcas como la de 285 partidos iniciados como titular de forma consecutiva (aún en marcha) o la búsqueda de las 70 mil yardas por aire pasa a segundo término cuando se piensa en lo mucho que el deporte profesional necesita de leyendas de la talla de Brett Favre y su liderazgo a toda prueba.
La necesidad de escribir es una compañera diaria...
Para mi mala fortuna la pésima memoria también lo es, por lo que perder en el ciber espacio blogs se ha vuelto una pésima costumbre, sin embargo, espero que éste que hoy inicio, sea de mayor duración que los anteriores.
Por lo pronto agradezco a todos los que lleguen por aquí la paciencia y las ganas de leer las cosas que un servidor tenga a bien aquí colocar, sean del ámbito que sean...
De nuevo Gracias y... de nuevo bienvenidos...